18.1.05

Quisiera ahora escribir sobre música

Por qué no, es mi blog, puedo hablar de la música que primero venga a mi mente: útil, pesada, clásica, vanguardista, de protesta, convencional, atrevida, folklórica, religiosa, comercial, tradicional... términos vagos que no dicen nada de mi panteón personal. Si definiera mi cartografía musical a través de sus diferentes eras, si estratificara geológicamente cada disco, cada banda, cada canción, cada sonido fosilizado en mi memoria...
La música que escucho ahora (pero no necesariamente ahorita[1]): es intitulada, pero localizable; poco conocida, pero geográficamente integrada en un mundo global que se comunica a través de beats y sampleos; diría que en la actualidad me alimento de músicas desmarcadas en cuanto a géneros, pero identificables a través de lo geográfico.
Ciertamente padezco de esa manía de ecuchar en o contra el mainstream (que al caso es lo mismo), pero creo que la tendencia de las sorpresas geográficas[2] es una constante en mí: llevo varios años buscando el crossover, sonido propio en una región, pero improbable en otras (quizá por eso, precioso, valioso).
Rara, poco probable, underground. Pienso en la materia musical de mis sueños,[3] siento como las sales de la música rebelde[4] se solidifican en mis huesos y sí me hipnotizo, recuerdo en la médula las cálidas tardes de radio de mi madre,[5] y los KCT añejos de mi padre que alguna vez borré para grabar algo que me habían prestado mis amigos de la primaria.[6]
Y es que intercambiar la música siempre ha tenido un gran valor para mí. Con tipos como yo jamás se habría desarrollado la industria musical:[7] he comprado pocos discos en mi vida, la mayoría para regalar; me han regalado algunos discos, sobre todo en cumpleaños;[8] pero he copiado en mi vida... varios cientos de cassettes [81/2]; he quemado quizá tre o cuatro miles de discos[9] y tengo un almacen de gigas y gigas de mp3.
Pongo un valor en esa materia sonora por su rareza (condición un tanto aristocrática), pero también por la experiencia de compartirla (situación colectivista, popular); casi toda la música que recuerdo me remite sin esfuerzo a alguien o a algún periodo de mi historia. Veo retrospectivamente en mi selección la constante de lo raro (privado, elitista, chovinista) y lo compartido, como un canal de transferencias, préstamos, regalos.
Me gustaría hablar de la nostalgia y las preferencias en los sistemas de intercambio de música en internet[10], pero por hoy ya sólo diré: el crossover por raro, compartido ante todo.[11]




[1] Ahorita escucho Artist - Track 11. Algún d&b árabe de dezcarga. Vid Infra.
[2] La cumbia regiomontana, las transferencias Klezmer-Ska (que no conozco Ska-Klezmer).
[3] La canción que más vívidamente he soñado es el track 4 de algún disco de Mars Volta, loopeando sin fin en alguna maravillosa pesadilla.
[4] Mano Negra, Tijuana No
[5] Yo diría que sin conocer muy bien de nombres, traigo en el chip un 80% de José José y si lo escucho termino cantándolo, al menos mentalmente.
[6] No recuerdo qué era lo que me habían prestado mis amigos (quizá fueran los Hombre G), sin embargo, no olvido que las cintas de meu pai contenían gaitas estridentes que lo ponían melancólico recordando su Galicia. G!.
[7] O quizá soy un producto de la mismísima saturación del mercado musical.
[8] Algunos memorables como the cure, otros terribles como Bon Jovi, de todo me ha tocado.
[81/2] Qué esperaban... tengo más de 25.
[9] Con orgullo, sobreviví algunos meses de la piratería musical.
[10] Los tiempos míticos de Napster, la cúspide de Audiogalaxy, el boom de los p2p, la esperanza de Soulseek.
[11] Una de mis últimos treques fue en Camaguey, Cuba, con un taxista que además era pirata de telenovelas mexicanas y raggaton cubano y boricua: yo le dí Café Tacvba, Goran Bregovich, Rockdrigo y Kill Bill a cambio de Tego Calderón, El Médico del Rap y Estopa, a disposición de quien quiera cambiar alguna música.